lunes, 17 de diciembre de 2007

Democracia: Participación Ciudadana, Cohesión Social

La democracia, para que reciba la aceptación, no sólo como la forma de gobierno que se ha establecido, sino porque es considerada, además, como la más apropiada para satisfacer las demandas y expectativas de la ciudadanía en términos culturales, políticos y económicos, tiene que, de manera urgente, superar sus debilidades aumentando sus fortalezas, en la construcción de cohesión y avances en la gobernabilidad de la sociedad.
En su fase de consolidación, la democracia tiene que hacerse más participativa y deliberativa, sin dejar de ser representativa, lo cual nos entrega una democracia integral para todos su efectos. Pero esta evolución y fortalecimiento social no solo debe quedarse en una mera declaración, sino traducirse en la institucionalización de los mecanismos que la hagan posible.
De manera similar, la democracia necesita, con cierta urgencia, elevar su grado de aceptación en la ciudadanía y sin reducir el cuestionamiento de la problemática actual que ella muestra, para lo cual es imprescindible aumentar significativamente su eficacia y eficiencia en el enfrenamiento y superación de los problemas económicos y sociales que aquejan a la mayoría de la población, manteniéndola en situación de pobreza, indigencia y exclusión. La pobreza conspira contra la democracia. Por ello, en medio del achicamiento del Estado y la supremacía del mercado, hay que procurar una mejor distribución de la riqueza socialmente generada, en términos de bienes y servicios. La democracia tiene que estar más comprometida con la equidad, la solidaridad y la justicia social.
Existe una opinión poco favorable a los partidos políticos, pero siguen siendo instituciones esenciales para la funcionalidad adecuada del sistema político en general y de la democracia en particular. Precisamente por la escasa valoración positiva que se viene expresando en los últimos años, debe procurarse en cada país la modernización y el fortalecimiento de los partidos políticos para que puedan desempeñar adecuadamente las funciones esenciales que tienen asignadas.
Además de haber jugado un significativo rol en la transición de los regímenes autoritarios hacia la democracia, la Sociedad Civil tiene un papel de mayor trascendencia en la fase de la consolidación de la democracia. Si ésta debe ser mucho más participativa, son las organizaciones que la componen, entendidas como sujetos sociales, las llamadas a ser los instrumentos a través de los cuales los ciudadanos hacen conocer sus pareceres, participan en la elaboración de las decisiones y colaboran con el Estado en la provisión de determinados servicios sociales. Conviene a la democracia que la Sociedad Civil sea asumida, y que ella misma así se asuma, como un actor complementario a los partidos políticos y colaborador con el Estado.
Siendo la estabilidad política condición necesaria para la consolidación de la democracia y el desarrollo social y económico que procure el bienestar de los ciudadanos, conviene que en cada país se produzca un acuerdo entre las fuerzas políticas, sociales y económicas, para preservar y reforzar la gobernabilidad, concebida ésta como el resultado del manejo adecuado de una multiplicidad de variables y factores. La gobernabilidad no debe ser entendida como una responsabilidad exclusiva del gobierno sino compartida por todos los actores culturales, políticos, sociales y económicos de una nación.